Las comunidades judías en Europa en el siglo XIX, no podían ser indiferentes a los efectos que la emancipación y la ilustración tenían en la vida cotidiana de sus miembros. Algunos optaron por rechazarlos y otros por aceptarlos. Estos últimos estaban convencidos que se necesitaba “reformar” el judaísmo del gueto, para que encajara con una sociedad libre y moderna.
Los primeros reformadores no fueron rabinos sino gente de negocios. Ellos sentían la necesidad de cambiar al judaísmo, pues al tener contacto con los gentiles, veían el mundo que se abría ante sus ojos. Un banquero, Israel Jacobson, destacó entre estos reformadores. Criticaba que las escuelas judías no enseñaban materias seculares y no preparaban para ejercer una profesión que no fuera el ser rabino. Decía que los judíos alemanes debían integrarse al país como ciudadanos.
Jacobson (1768-1828) se educó en escuelas religiosas judías y por su cuenta estudió literatura alemana y leyó a Moisés Mendelssohn. Llegó a dominar a tal grado la literatura rabínica, que en la Universidad de Helmstedt lo reconocieron como un erudito en judaísmo. En 1801, con sus propios recursos, fundó una escuela judía en Seesen, el pueblo donde él vivía. Por primera vez estudiaban juntos niños y niñas judíos. En ese tiempo, la mayoría de las niñas no recibían una educación formal. Para Jacobson, la idea de igualdad entre hombres y mujeres era muy importante. No sólo empezó a enseñar materias seculares como aritmética, ciencias y alemán, sino que lo hizo con una altísima calidad, al grado que padres cristianos pidieron que se admitieran a sus hijos en la escuela de Jacobson. Él los aceptó, pues quería que los judíos convivieran con sus vecinos cristianos y viceversa. En la escuela también se enseñaba la religión judía, de una manera lógica y ordenada.
Pero a la larga, lo más importante fue el efecto que el templo de la escuela, inaugurado en 1810, tuvo en el judaísmo, pues el servicio que Jacobson diseñó era diferente. Estaba bien organizado, ordenado y decoroso. Además era bello y solemne. Jacobson criticaba el desorden, la larga duración, las repeticiones y la informalidad que había en la sinagoga tradicional. Jacobson hizo más corto el servicio, principalmente eliminando las repeticiones. Muchas plegarias fueron traducidas al alemán para que la gente pudiera entender lo que rezaban. Incluyó el uso del órgano y de un coro mixto de hombres y mujeres cantando juntos. Se esperaba que la gente llegara puntual, participara al unísono y se comportara de una manera solemne y respetuosa.
Además implementó el sermón. Hasta ese tiempo, solo algunos sermones en yiddish y en hebreo se predicaban antes de las grandes fiestas, para recordarles a los feligreses sobre algún ritual en particular. En los nuevos templos reformistas los sermones eran semanales y discutían los problemas de cada día. Como los sermones eran en alemán, toda la congregación podía entender lo que se decía. Este nuevo formato de servicio atrajo a muchos adultos. Jacobson lo que hizo fue darle una forma nueva a la práctica del judaísmo. Fue el gran reformador de los reformadores.
Por Marcos Gojman
Bibliografía: Explaining Reform Judaism de Eugene N. Borowitz y Naomi Patz, y otras fuentes.