Está escrito: “Y Abel se dedicó a pastorear ovejas y Caín se dedicó a trabajar la tierra. Tiempo después, Caín presentó al Señor una ofrenda del fruto de la tierra. Abel por su parte, presentó al Señor lo mejor de su rebaño, los primogénitos con su grasa. Y el señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y su ofrenda. Caín estaba afligido y andaba cabizbajo. Y el señor le dijo a Caín: ¿Por qué estas afligido? Y ¿Por qué estás cabizbajo? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo (de ti depende), y tú te enseñorearás de él (y tú decides). Caín habló con su hermano Abel y mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.” (Génesis 4:1-8).
Ser agricultor requiere una cierta capacidad intelectual y mucha disciplina, comprender que del grano sale el pan, desarrollar las herramientas necesarias, proteger los cultivos del medio ambiente, esperar el tiempo necesario para recoger la cosecha, establecerse en un lugar y ser autosuficiente en la procuración del alimento para no depender tanto de la naturaleza. El agricultor es audaz y seguro de sí mismo. Por otro lado, el pastor lleva una vida sencilla que requiere poco ingenio y esfuerzo. El rebaño vaga por el campo y naturalmente produce lana y leche y el pastor contribuye poco para que eso suceda. No controla el proceso y depende totalmente de la naturaleza. La vida del pastor es más simple, la del agricultor es más compleja.
Todos sabemos que Caín cometió el primer homicidio. Pero pocos reconocen que también fue el primer agricultor, el primero en hacer una ofrenda a Dios, el fundador de la primera ciudad, así como el progenitor de una línea de hombres que inventaron las artes, incluyendo la música y la metalurgia. Dios le dijo a Adán que comería plantas del campo y que con el sudor de su frente comería el pan y Caín obedeció el mandato divino, a diferencia de su hermano Abel que se dedicó a pastorear un rebaño. En el relato, Caín experimenta al mismo tiempo: vergüenza de que su ofrenda no fue tan bien recibida como la de su hermano, coraje por su orgullo herido y un sentimiento de injusticia porque Dios no reconoció su esfuerzo como trabajador de la tierra.
Leon R. Kass dice: “El episodio de Caín y Abel presenta elementos fundamentales de la existencia humana: a) el primer hogar familiar, es decir, la primera institución humana y con ello el primer elemento de la sociedad; b) los primeros intentos, a través de los sacrificios, de una relación entre el hombre y Dios; c) las pasiones humanas: el orgullo herido, la ira, los celos y el temor; d) la muerte violenta, el crimen y el castigo, y los rudimentos de la justicia natural; e) la emergencia de la agricultura y los asentamientos, las artes y los oficios. La historia introduce en veintiséis versículos, muchos de los elementos esenciales de una antropología natural”.
Los relatos de la Biblia tienen siempre en el fondo un mensaje ético profundo. Pero, ¿por qué dar el mensaje utilizando historias a veces difíciles de comprender? ¿Por qué no simplemente decirlo directamente? Porque, como decía Marshall MacLuhan, en el medio está el mensaje.
Por Marcos Gojman
Bibliografía: Leo R. Kass, “Farmers, Founders, and Fratricide: The Story of Cain and Abel” y otras fuentes.