227. Los jasidim de Satmar, un ejemplo del viejo extremismo religioso.

El judaísmo jasídico es un movimiento religioso judío que se originó en Ucrania en el siglo XVIII. Los alumnos del “Baal Shem Tov”, el fundador del movimiento, lo diseminaron por Europa del este y establecieron “cortes”, grupos de jasidim que estaban dirigidos por un Tzadik, un líder espiritual. Con el tiempo, estas “cortes jasídicas” adoptaron el formato dinástico, pues a la muerte del líder fundador, su puesto era ocupado por algún miembro de su familia, normalmente un hijo. Para 1860, prácticamente todas las cortes jasídicas eran dinásticas. Hoy en día, las encontramos mayoritariamente en Israel, Estados Unidos y Gran Bretaña, aunque también se han establecido en otros países. Después de la Segunda Guerra Mundial, dichos grupos adoptaron el nombre del lugar de donde habían sido originarios, para distinguirse uno del otro. En general se considera a los grupos de jasidim como parte del movimiento ultraortodoxo judío, conocido como los “haredim”.

El grupo jasídico más grande en este momento es el de Satmar, fundado por el rabino Joel Teitelbaum (1887-1979) en 1905, en el pueblo del mismo nombre, antes parte de Hungría y hoy parte de Rumania. Algunos calculan que tiene alrededor de 65 a 75,000 adherentes, aunque otros hablan de 120,000. Después de la Segunda Guerra Mundial fue reestablecido en la ciudad de Nueva York, primero en Williamsburg, Brooklyn y luego se amplió a Kiryas Joel. A la muerte de su fundador, fue liderado por su sobrino Moshe Teitelbaum y a la muerte de éste en 2006, la dinastía quedó dividida, hasta la fecha, entre los dos hijos rivales de Moshe, Aaron y Zalman Teitelbaum,

El Holocausto golpeó especialmente a los jasidim, fácilmente identificables entre el resto de la población, por su vestimenta y su insularidad cultural. Cientos de líderes jasídicos perecieron junto con sus seguidores, pero especialmente la fuga de algunos líderes, en el momento cuando a sus partidarios los estaban exterminando, provocaron amargas recriminaciones, como la de Joel Teitelbaum, quien escapó a Suiza, no sin antes haber asegurado a sus feligreses que por el mérito de su religiosidad, iban a salvarse. Promesa que obviamente resultó falsa.

Ya en Nueva York, Teitelbaum formuló una feroz teología antisionista, basada en una explicación muy particular del Holocausto. Él dijo: «Por causa de nuestros pecados hemos sufrido mucho… y en nuestra generación no es necesario mirar lejos para encontrar el pecado responsable de nuestra calamidad … Los herejes (de la Haskala -Ilustración y el Sionismo) han hecho todo tipo de esfuerzos para violar estos juramentos, subir (a la tierra de Israel) por la fuerza y tomar la soberanía y la libertad por sí mismos, antes de que lleguen los tiempos designados (por el Señor) … [Ellos] han atraído a la mayoría del pueblo judío a una horrible herejía, como la que no se ha visto desde que el mundo fue creado … Y por eso no es de extrañar que el Señor haya atacado con mucha ira divina … Y hubo también justos que perecieron (en el Holocausto) a causa de la iniquidad de los pecadores.» Teitelbaum argumentó que hasta que el pecado (de haber creado el Estado de Israel) no se elimine, el Mesías no va a venir a redimir al pueblo judío.

Joel Teitelbaum no inventó nada nuevo, sólo continuó con el pensamiento de la escuela húngara ultra ortodoxa iniciada por el Jatam Sofer, que rechazaba la modernidad, se oponía a cualquier cambio y buscaba la total separación del mundo exterior. El viejo extremismo de siempre.

Por Marcos Gojman.

Bibliografía: “UNorthodox” de Deborah Feldman y otras fuentes.

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