Está escrito en el Talmud, en el tratado Eruvin 13B: “El Rabino Abba dijo que Shmuel dijo: Durante tres años, Beit Shamai y Beit Hilel no se ponían de acuerdo. Estos (Beit Shamai) decían: La halajá está de acuerdo con nuestra opinión, y esos (Beit Hilel) decían: La halajá está de acuerdo con nuestra opinión. Finalmente, una voz divina surgió y proclamó: Tanto estas (las de Shamai), como esas (las de Hilel), son las palabras del Dios viviente.”
Rabi Shlomo Luria, conocido como el Maharshal (1510–1574), explicaba así su forma de estudiar y enseñar: «Siempre me esforcé por buscar, hasta la última fuente, el origen de alguna halajá, búsqueda que solía discutir con mis colegas y mis alumnos. Me pasaba a veces hasta una semana investigando y razonando profundamente hasta que encontraba la raíz del asunto, para finalmente escribirla en mi libro. Y siempre tuve la costumbre de citar todas las opiniones de los sabios que me precedieron, de acuerdo con su rango de autoridad, además de las decisiones y resoluciones de quienes recopilaron las responsas, con el fin de evitar la sospecha de plagio o el reproche de que había pasado por alto la opinión de alguna gran autoridad.”
Y Luria decía, sin temor, públicamente: «No le presten atención a las decisiones de aquellos que se atreven a definir las leyes, cuando la mayoría de ellos únicamente han leído el Tur Oraḥ Hayyim del rabino Jacob ben Asher, como si la opinión de este rabino le hubiera sido transmitida directamente de la boca de Moisés en el Monte Sinai.” En ese sentido, Luria llegó hasta cuestionar las opiniones de su propio padre, el rabino Jehiel Luria. Y de sus críticas no se salvó el mismo Joseph Caro, el creador del Shuljan Aruj, a quien acusó de haber expresado ocasionalmente opiniones superficiales, en su esfuerzo por armonizar leyes conflictivas, así como de haber basado a veces sus decisiones, en la lectura de textos que no eran fieles a su original.
El Rabino Nathan Lopes Cardozo nos dice: “Una de las mayores contribuciones del Talmud al judaísmo es su indeterminación, su frecuente negativa a establecer una sola ley. Las discusiones talmúdicas consisten principalmente en posiciones encontradas, a menudo sin una decisión clara sobre qué punto de vista es el correcto.” Y Luria decía que los cabalistas explicaron el origen de estas diferencias de opinión, en el hecho de que cada alma judía estuvo presente en el Sinaí y que cada una entendió la Torá desde su propia perspectiva, de acuerdo con su capacidad intelectual, su naturaleza y la singularidad de cada una.
Lopes Cardozo comenta: “Durante los últimos quinientos años, grandes rabinos han cuestionado la abrumadora autoridad del Shuljan Aruj de Yosef Karo y el Mishne Torah del Rambam. Ellos sintieron que estas obras no reflejan el judaísmo auténtico y su tradición halájica. La razón es obvia: Estos grandes códigos de la ley judía van en contra del espíritu del judaísmo. Presentan la Halajá en formas que se oponen al corazón y al alma del Talmud y del judaísmo mismo. Privaron al judaísmo de su tradición halájica de ser multifacético. No son las obras mismas el problema, sino ese afán de codificar y tratar de finalizar la ley judía, para presentar un judaísmo con una sola cara.
Por Marcos Gojman.
Bibliografía: The Jewish Encyclopedia, Nathan Lopes Cardozo: “The In-Authenticity of Codifying Jewish Law.”