A pesar de todo el enorme acervo de literatura rabínica, el proceso de interpretación de la Torá continúa. La Torá Oral está inconclusa. Y este proceso no depende de nuevas revelaciones divinas. Ahora el tratar de entender la voluntad de Dios se debe llevar a cabo por otro camino: aplicando la inteligencia humana a los mandamientos que se nos dio en Sinai. Este proceso puede llegar hasta el punto de tomar decisiones de forma democrática por una mayoría de estudiosos debidamente acreditados.
En el tratado Bava Metzia del Talmud (59 a-b) se relata una discusión entre R. Eliezer y un grupo de sabios. El tema era si el horno de Aknai era puro o impuro. R. Eliezer decía que si era y los sabios decían que no. En ese día, R. Eliezer trajo todos los argumentos imaginables, pero los sabios no los aceptaron. Entonces él les dijo: “Si la Halajá está de acuerdo conmigo, que el árbol de algarrobo lo pruebe! Entonces el árbol fue arrancado 100 cúbitos de su lugar (otros dicen que 400 cúbitos) Ninguna prueba puede desprenderse del algarrobo, contestaron los sabios. Nuevamente les dijo R. Eliezer: si la Halajá está de acuerdo conmigo, que la corriente de agua lo pruebe! Entonces la corriente de agua empezó a correr al revés. Ninguna prueba puede desprenderse de una corriente de agua, le volvieron a contestar. Nuevamente les dijo R. Eliezer: si la Halajá está de acuerdo conmigo, deja que las paredes de esta escuela lo prueben. Entonces las paredes se inclinaron como si se fueran a caer. En eso R. Joshua les dijo a las paredes: Cuando los estudiosos están metidos en una discusión halajica, ¿porque tienen que intervenir ustedes? Y las paredes no cayeron, en honor de R. Joshua, pero tampoco se enderezaron en honor de R. Eliezer y se quedaron inclinadas. Otra vez les dijo R. Eliezer: si la Halajá está de acuerdo conmigo, deja que la prueba venga del Cielo. Entonces se escuchó una voz celestial que dijo: ¿Por qué discuten con R. Eliezer, que no ven que en todos los puntos la Halaja está de acuerdo con él? Pero R. Joshua se levantó y exclamó: ¡(La Torá) no está en el cielo! ¿Qué quiso decir con esto? Lo explica R. Jeremiah: La Torá ya nos fue dada en Monte Sinai. No le haremos caso a ninguna voz celestial. Por lo tanto la opinión de la mayoría es la que prevalece”.
Hay algo más que se agrega a continuación a esta leyenda. Al día siguiente de la discusión, Rabi Nathan se encuentra con el Profeta Elías. Rabi Nathan le pregunta: “¿Que estaba haciendo Ha Kadosh Baruj Hu (Dios) en ese momento?” Elías le contesta: “Estaba sonriendo y diciendo, Mis hijos me han derrotado, Mis hijos me han derrotado.”
Preparado por Marcos Gojman.
Bibliografía: The Jewish People, their history and their religión, de David J. Goldberg y John D. Rayner.