27 Israel, el que luchó con Dios.

Cuando Moisés y el pueblo hebreo salen de Egipto y vagan por cuarenta años en su camino a la Tierra Prometida, la Torá los llama “Los Hijos de Israel”. ¿Por qué Los Hijos de Israel? ¿Por qué no los hijos de Abraham o los hijos de Moisés, el  liberador de los esclavos? ¿Por qué la tradición escogió el llamarlos “Hijos de Israel?

En el relato bíblico, Dios cambió el nombre de Jacob al de Israel, como lo describe Breishit 32:24-29: “Así se quedó Jacob solo y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él le respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.”

La palabra Israel en hebreo quiere decir “luchar con Dios”. ¿Por qué llamar a los hebreos, los descendientes de Israel, aquel que luchó con Dios? Con esto, la tradición sugiere que para ser verdaderamente descendiente de Israel, los judíos modernos no deben asumir que la tradición demanda una obediencia sumisa. Por el contrario, el nombre del pueblo judío proviene de un antepasado que luchó con Dios mientras iba de camino. Luchar en un viaje es lo que el término  “odisea” significa.

La importancia de “luchar” está presente en la vida del pueblo judío desde sus principios. Cuarenta años para cruzar un desierto que cualquiera lo hubiera hecho en mucho menos tiempo, es un claro ejemplo. ¿Cuál es el mensaje? Que lo valioso está en el esfuerzo, en la lucha por llegar. La Torá nos está enseñando que el camino hacia el Judaísmo es de esfuerzo y de lucha. Imaginarse al Judaísmo como algo perfectamente empaquetado y felizmente perene es trivializarlo. Nada importante en nuestras propias vidas lo hemos conseguido de manera fácil. Todo lo que nos ha dado satisfacciones profundas lo hemos conseguido con trabajo y esfuerzo. ¿Por qué nuestro propio Judaísmo debiera ser diferente?

El verdadero Judaísmo implica una lucha pasional y una búsqueda honesta. Es iniciar ese camino hacia la Tierra Prometida. Lo inició el patriarca Abraham cuando Dios le dice Lej Leja, vete de tu casa y en la Torá lo continua Moisés con la salida de Egipto. Nuestra tradición sugiere que somos un pueblo en constante búsqueda de la Tierra Prometida, a sabiendas que la parte más enriquecedora de nuestras vidas es el proceso de búsqueda y no el regocijo de haber llegado a la meta. Una vez le preguntaron al Gaon de Vilna, uno de nuestros grandes rabinos, si un ángel viniera a revelarle toda la verdad divina, si lo aceptaría. Él contestó que no, porque la vida tiene más significado y es más rica si uno tiene que luchar por sí mismo para encontrar esa verdad. Ser humano es perpetuamente hacer preguntas, sabiendo que nunca estaremos totalmente satisfechos con la respuesta. Ser judío implica esforzarse para entender nuestro lugar en el mundo, trabajar para llegar a ser seres más íntegros y reconocer que la lucha para lograrlo es más importante que el resultado final. Por eso somos los “Hijos de Israel, los luchadores con Dios”.

Preparado por Marcos Gojman

Bibliografía: God was not in the fire, the search for a spiritual Judaism del Rabimo Daniel Gordis.

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