Además de la Torá, el Tanaj y el Talmud, hay otro género de literatura rabínica que es el Midrash. Hay muchos tipos y colecciones de “Midrashim”. Esencialmente es la interpretación de textos sagrados, generalmente de la Biblia, aunque a veces también de la Mishnah.
El lenguaje de la Biblia es muchas veces breve y poco comunicativo. Por eso muchas preguntas quedan sin respuesta. El Talmud contesta algunas. Los Midrashim tratan de contestar la mayoría. Fueron escritos entre el siglo IV y el VI de nuestra era. Algunos se refieren exclusivamente a asuntos halájicos, leyes y otros son hagadoth, narraciones teológicas. Hay muchas colecciones de Midrashim, como La “Mejilta” de Rabi Ishmael sobre el libro de Shmot, “Sifra” sobre el libro de Vaykra y “Sifre” sobre los libros de Bamidbar y Devarim, todos ellos parte de la Torá. El primero es de los más antiguos y está escrito en un estilo simple y directo.
Es claro que la Biblia no explica todo lo que quisiéramos entender sobre sus historias. Y en la medida que los tiempos cambian, la relación de los lectores con las historias del Tanaj también cambia. Este proceso evolutivo, junto con la forma bíblica de narrar una historia, resulta en lagunas y falta de orden que afecta nuestra comprensión y nuestra relación con los textos sagrados. Para los rabinos, los Midrashim fueron la manera de llenar esos huecos y de ordenar esos textos, llegando en algunos casos a crear fábulas o leyendas que le daban un fondo a la escasa narrativa de la Torá.
Hay tres tipos de Midrashim: los que explican algún texto, especialmente mandamientos, los que contienen parábolas o lecciones morales y los que expanden narraciones de la Torá. Son ricos en metáforas y alegorías, juegos de palabras y simbolismos. Por ejemplo, la Torá nos cuenta que Adán le dijo a Eva, refiriéndose al árbol del conocimiento del bien y del mal: “que no comas de él, ni que lo toques, porque morirías”. El Midrash Breishit Raba añade y nos cuenta que la serpiente “la agarró y la aventó contra el árbol” y explica que con eso, la serpiente le hizo ver a Eva de que no murió al tocar el árbol y que entonces podía comer de la fruta prohibida. Esta historia no está en la Torá. Nuestros sabios la crearon para poder entender mejor lo que pasó en ese famosísimo pasaje bíblico.
A los Midrashim hay que verlos en su propio contexto, pues en ellos podemos ver el alma y la mente judía quizá en una de sus etapas de mayor creatividad. La época en que fueron escritos fue un tiempo de grave crisis para el pueblo Judío, especialmente en el Imperio Romano. Pareciera que en época difícil, el talento de nuestros sabios se crece más.
El Midrash, es parte de ese “Gran Libro” que nunca se termina, que continúa creciendo y que nos trae nuevos contextos y formas de entender y relacionarnos con los textos sagrados.
Preparado por Marcos Gojman.
Bibliografía: Essential Judaism de George Robinson.