36 El fondo del asunto.

El Judaísmo, a final de cuentas, está basado en la creencia de que el mundo se puede y se debe perfeccionar (Tikun Olam). En algún momento, la vida va a triunfar sobre sus enemigos: la guerra, la opresión, el hambre, la pobreza, la enfermedad y hasta la muerte. Cuando esto se haya logrado, la humanidad va a alcanzar el máximo potencial que puede aspirar la dignidad del ser humano. En esa era mesiánica, el mundo se va a convertir en un paraíso y todos los seres humanos van a ser reconocidos y tratados como alguien creado a imagen de Dios. En un mundo de justicia y paz, con todas las necesidades materiales resueltas, los hombres van a poder libremente establecer una relación armoniosa con la naturaleza, entre ellos mismos y con Dios.

La tradición judía tiene sueños pero no ilusiones. Sabe bien que en este momento el mundo está muy lejos de ser un Jardín del Edén. Tikun Olam, el perfeccionar el mundo, es una declaración de fe y de esperanza. La Torá nos lo marca como un objetivo digno del esfuerzo humano, para llevarlo a cabo a lo largo del curso de la historia. Ese estado ideal, no nos va a llegar gracias a un acto milagroso de origen divino. Nuestros sabios sostienen que Dios escogió a un socio para este trabajo. Ese socio es el hombre. Esta meta final se va a lograr solo con su participación. Todo el proceso de transformación se va a dar a escala humana y no por seres sobrenaturales. Y se va a lograr paso a paso. La perfección del mundo va a depender de esa cadena interminable de esfuerzos humanos.

La Encyclopaedia Judaica nos define al Mesías, como Hamelej Hamashiaj, el Rey Ungido,     (melej = rey y ungir es verterle aceite a una persona, para denotar el carácter de su dignidad), quien sería  un descendiente carismático de la casa del Rey David, y el que los judíos que vivían en la época del dominio romano creían que iba a ser criado por Dios para liberarlos de su yugo, para  luego restaurar el Reino de Israel, al cual regresarían todos los judíos del exilio.

Los movimientos progresistas dentro del Judaísmo interpretan el concepto del Mesías como un ideal a alcanzar. La ortodoxia sostiene que va a ser un hombre. La diferencia entre el sueño mesiánico y esperar al Mesías de carne y hueso es enorme. El primero está concebido como un esfuerzo del hombre a lo largo del tiempo. El segundo implica sentarse a esperar a que la divinidad nos mande un redentor. Hemos tenido hombres que han pretendido ser el Mesías, como Shabetai Zvi (siglo XVII), y resultaron ser un fiasco. Algunos de los que esperan al Mesías de carne y hueso consideran la creación del Estado de Israel como una aberración. Esos grupos son los que pregonan ser los “verdaderos defensores” del Judaísmo y no se dan cuenta del impacto tan positivo que ha tenido el Estado de Israel en el pueblo judío.

Al “Mesías” lo tenemos que traer entre todos con nuestras propias obras de Tikun Olam y no esperar a que nos lo manden. Ese es el fondo del asunto.

Preparado por Marcos Gojman.

Bibliografía: The Jewish Way del Rabino Irving Greenberg.

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