54 ¿Es bueno tener la mesa puesta?

Organizar los mandamientos de la Torá en un código, con el objeto de facilitar el entenderlos y ejecutarlos, siempre ha sido un objetivo de nuestros sabios. La Mishnah fue el primer compendio con los comentarios de nuestros maestros sobre las mitzvoth. El Talmud,  compuesto por la Mishnah y su complemento la Guemarah, fue canonizado finalmente en el siglo VI.

Pero los rabinos no se conformaron con las leyes -halaja- marcadas en el Talmud. Desde Babilonia promulgaban nuevas responsas sobre prácticas e interpretaciones de los mandamientos que se incorporaron al Talmud, como por ejemplo, los del rabino Isaac Alfasi en el siglo XI.

En el siglo XII, Maimónides escribió un código ordenado por temas y donde sólo presentaba las conclusiones en cada tema discutido por nuestros sabios, sin mencionar los detalles de la discusión ni a los maestros que intervinieron en ella. Maimónides quería que su Mishne Torah  se convirtiera en una guía universal para la práctica del judaísmo, pero fue recibido con muchas críticas, especialmente por parte de estudiosos en Europa.

En el siglo XIV, Asher ben Yehiel, un rabino que vivó en Alemania y en España y por lo tanto conocía las costumbres de los judíos ashkenazim y de los sefaradim, decretó que ninguna decisión podía tomarse sólo con el Mishneh Torah de Maimónides, sino que tenía que consultarse primero el Talmud mismo, antes de dar un veredicto. Aun así, su hijo, Jacob ben Asher, desarrolló un nuevo código basado en los comentarios de Alfasi, los de su padre y los de Maimónides. Le llamó Arba Turim, las cuatro filas y agrupaba las leyes en cuatro categorías: Oraj Jayim, el camino de la vida (sobre la oración y las festividades), Yoreh Deah, maestro del conocimiento (kashrut y el duelo), Eben Haezer, la roca de la sociedad (matrimonio) y Hoshen Mishpat, el escudo del juicio (asuntos civiles).

En el siglo XVI, Joseph Caro escribió inicialmente un comentario detallado del Arba Turim, mismo que se convirtió finalmente en el Shuljan Aruj, código halájico que quiere decir “la mesa puesta o servida” y que siguió el mismo formato del Arba Turim. El Shuljan Aruj se convirtió con el tiempo en el compendio de leyes halájicas más aceptado hasta nuestros días.

Sin embargo, la buena intención de facilitar la práctica del Judaísmo en una serie de reglas claras y concretas recopiladas en un código, nos puede hacer perder de vista el origen y el verdadero fondo de esas reglas y de cómo observar los  mandamientos de la Torá. Es como sentarse a la mesa a comer sin considerar ni conocer todo lo que hicieron aquellos que prepararon  los platillos que nos sirven. Podemos disfrutar la comida, pero no podemos crear nuevos platillos. A veces no es tan bueno simplemente llegar y tener la mesa puesta. De vez en cuando hay que meterse a la cocina.

Preparado por Marcos Gojman.

Bibliografía: The Jewish Almanac, editado por Richard Siegel y Carl Rheins

 

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