63 ¿Sodoma o el Sacrificio de Isaac?

La Torá nos presenta en Breishit, dos reacciones de Abraham totalmente opuestas al afrontar dos situaciones similares. La primera es cuando Dios le dice que va a destruir la ciudad de Sodoma y Abraham discute con Él. Abraham lo interpela: “Acaso El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Breishit 18:25). Abraham pareciera apelar a un principio moral aceptado de forma general por los hombres. Cuestionó las intenciones de Dios sin usar “citas bíblicas” o el comentario de algún sabio. Lo hacía con ese sentido intuitivo de justicia y de amor que ni el hombre ni Dios podían violar y lo hacía también con humildad y amor hacia Dios: “Y me atrevo a hablar a mi Señor, yo que soy sólo polvo y cenizas” (Breishit 18:27).

La segunda es cuando Dios le pide a Abraham que lleve a su hijo Isaac a Moriah, a que lo ofrezca como  sacrificio para Él. Sin darle mayor explicación y mucho menos una justificación, Dios le ordena a Abraham que sacrifique a su hijo, lo que implicaba además, la cancelación de la promesa de que Abraham sería el padre de un numeroso pueblo. Después del incidente de Sodoma, uno hubiera esperado que Abraham  le rogara a Dios no acabar con la vida de su hijo. Pero no lo hace, no le pide una explicación y menos una justificación. Su respuesta es una sumisión total y una rendición incondicional.

El Dios de Abraham por lo tanto, toma dos formas diferentes en el libro de Génesis. Por un lado un Dios que demanda una rendición total a sus mandamientos y por el otro un Dios que invita a la crítica y al juicio moral independiente.  Estos dos paradigmas han permeado  la vida religiosa y la interpretación de los textos a lo largo de la historia judía. Para muchos maestros, desde la época del Talmud hasta nuestros días, el sacrificio de Isaac, la Akedah, ha sido el paradigma de su vida y de su pensamiento religioso.  Para ellos, la sobrevivencia y la continuidad de la tradición judía requieren de una rendición incondicional y una total lealtad. Para cumplir con Dios, uno debe estar dispuesto a sacrificar su propia capacidad intelectual y su intuición, uno debe renunciar a todo lo que uno sabe y aprecia como ser humano, en deferencia y obediencia a la palabra de Dios.

Los círculos más conservadores dentro del judaísmo alegan que el paradigma de la Akedah es su respuesta a aquellos que cuestionan la práctica religiosa y que buscan el cambio,  ya que según ellos,  la vida religiosa perdería credibilidad si la sumisión y la rendición fueran menos que total. La creencia de que si cambias algo, todo se derrumba, se deriva del silencio de Abraham en el relato de la Akedah.

Pero el otro paradigma, el de Sodoma nos da otro mensaje: “Traigan su propia intuición moral, su sentido subjetivo de dignidad  y justicia y úsenlo para entender la realidad de Dios”. No sólo que esto no amenaza ni socava la conciencia religiosa sino por el contrario, es necesario para comprender la validez y la aplicabilidad de los mandamientos divinos. Qué escoges ¿Sodoma o la Akedah?

Preparado por Marcos Gojman.

Bibliografía: A Heart of Many Rooms, de David Hartman.

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