Rezar es por excelencia la forma más usada por el hombre para relacionarse con Dios y es tan antigua como la humanidad misma. Sin embargo, la Torá, el libro que marca el camino de cómo el hombre se relaciona con Dios, no tiene un patrón fijo y estructurado para rezarle a Él. Algunos sabios sostenían que la Tora ordenaba a la persona que se dirigiera a Dios diariamente para ofrecerle el “servicio del corazón” (avodah shebalev), mientras que otros pensaban que se debía rezar sólo en caso de alguna desgracia. De cualquier forma, en la Torá no se especifica ningún horario fijo ni el contenido de los rezos. La mayoría de las personas rezaban cuando les surgía la necesidad, en época de desgracia o para pedirle algo específico a Dios.
Al inicio del periodo del Segundo Templo, entre el siglo V y el III AEC, los rabinos de la Gran Asamblea lograron definir y regularizar el texto de los rezos. Acuñaron una versión estandarizada de las plegarias y bendiciones básicas. Esa estructura, inicialmente conocida simplemente como Tefilah, se convirtió en lo que hoy conocemos como la Amidah (rezar de pie), también llamada Shemoneh Esreh (dieciocho bendiciones). La Amidah tiene una estructura muy bien definida, que se ha conservado sin cambios desde entonces. Sólo en Shabat y en las fiestas, incluyendo Yom Kipur, esta estructura se modifica, eliminando algunas de las bendiciones.
Además de haber establecido un contenido fijo, los sabios de la Gran Asamblea establecieron los tiempos y el orden para los servicios religiosos. Estos tiempos estaban ligados a los de los sacrificios en el Templo. Así, Shajarit, el rezo de la mañana, se hacía al mismo tiempo que el sacrificio diario de la mañana (Tamid). Minhah a su vez coincidía con el sacrificio de la tarde y Maariv con la conclusión de los rituales del Templo en la noche. Como era costumbre hacer sacrificios adicionales en las fiestas, para esos casos se añadió el rezo de Musaf.
También el requisito de rezar en comunidad, esto es, de rezar con un minian, se origina en esa época. El rezo era dirigido por una persona, el Sheliaj Tzibur, que se sabía el rezo prácticamente de memoria, lo decía en voz alta y los demás lo seguían. Recuerden que en aquel entonces no había libros impresos como los tenemos ahora. La estructura final de los rezos se definió hasta después de la destrucción del Segundo Templo. El Sanhedrin introdujo cambios para adaptarse a la nueva realidad después de la catástrofe. Todos estos rezos se ordenaron en un libro, el Sidur.
El Sidur, del cual en la actualidad hay más de 100 versiones diferentes, no es una obra terminada por completo, ni es el trabajo de algunos pocos, sino que contiene las aportaciones de cada generación que le ha añadido sus propias plegarias llenas de sabiduría y emoción. El Sidur es sin duda el libro más popular en el Judaísmo. Otros libros como el Tanaj y el Talmud, más enfocados a ser estudiados, tienen quizá menos difusión que el Sidur, que es conocido y utilizado a diario y prácticamente por todos. El Sidur es sin duda el mayor “best seller” dentro del Judaísmo.
Preparado por Marcos Gojman.
Bibliografía:“A Guide To Jewish Prayer” del Rabino Adin Steinsaltz.