72 La vida “plena”.

El Judaísmo considera que la vida “plena” se da más en la dimensión de la conducta ética entre los hombres que en la del culto religioso. Hay dos tipos de obligaciones que se le imponen al judío: obligaciones hacia Dios y obligaciones hacia su prójimo. El Judaísmo demanda el cumplir ambas sin distinguirlas, como lo vemos constantemente en los textos de la Torá donde se entrelazan, como en Éxodo 22 y 23. El “hasid” (el hombre que hace “hesed”, misericordia) es aquel que tiene un carácter generoso y altruista en su relación con sus semejantes, (obligaciones hacia el prójimo), a diferencia del observante que es aquel que es muy meticuloso al cumplir solamente sus deberes de culto (obligaciones hacia Dios).

Es más difícil en el Judaísmo medir y valorar las obligaciones del hombre con su semejante, que las obligaciones del hombre con Dios. Sabemos que las responsabilidades sociales del hombre se derivan de los mandamientos divinos en la Torá. Así, por un lado, las obligaciones que tiene el hombre en relación a su familia y a la sociedad están fundamentadas en la regla de oro: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor” (Levítico 19:18). Es Dios el que revalida y manda el amar a tu prójimo. Pero, por el otro lado, el Talmud claramente nos dice que los mandamientos hombre-hombre son en buena medida independientes de los mandamientos hombre-Dios. Así por ejemplo, establece que el ayunar y el rezar en Yom Kipur sólo absuelve los pecados del hombre contra Dios, pero no los que cometió en contra de otra persona. Estos sólo los perdona Dios cuando haz restituido el daño y has obtenido el perdón del individuo que ofendiste (BT Yoma 87ª).

Un pecado puramente religioso lo que realmente es, es un acto de desobediencia a un mandamiento dado por un Ser Superior. Una ofensa en el mundo de la ética social, es una falta de bondad, es rehusar el querer relacionarte de manera ética con otro ser humano. Y esto no es sólo en el caso de la relación de uno a uno, sino también en la relación con la familia, la comunidad, el estado y toda la humanidad. El Judaísmo se distingue especialmente de otras religiones por su gran preocupación por la comunidad.

Es claro que el hombre occidental se ha vuelto cada vez más individualista. Pero cuando se nos dio la Torá en el Monte Sinai, ese pacto obligó a todos los judíos, en todas las épocas, a todos los que forman esa entidad llamada Pueblo de Israel a cumplirlo. Ese pacto implica el vivir la vida de forma “plena”.

Preparado por Marcos Gojman.
Bibliografía: «The Good Society, Jewish Ethics in Action” de Norman Lamm.

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