83 Los que creen tener la verdad absoluta.

Fanatismo es el exceso de celo en materia religiosa y es especialmente grave cuando es dirigido hacia los otros. El Judaísmo, como otras religiones, ha tenido que encarar el problema de cómo lograr el balance entre una lealtad completa, llevada con entusiasmo y convicción, y el celo desenfrenado de algunos que, al actuar, parecen ignorar los valores mismos que predican.

La Torá nos presenta varios ejemplos de fanatismo. Uno es la historia del rapto de Dinah, donde a pesar de que Jacob y sus hijos llegaron a un acuerdo con el príncipe de Shejem, dos hijos de Jacob, Simón y Levy, matan de todos modos a los varones del pueblo. Jacob, en su lecho de muerte, al bendecir a cada uno de sus hijos, condena la acción de Simón y Levy.

Keneth Seeskin, en su libro “Maimónides, una guía para los perplejos de hoy” nos dice: “En el asunto de fanatismo, Maimónides señala en su obra intitulada Ocho Capítulos que, de acuerdo a la Torá, Dios no quiere y en muchos casos no acepta, la conducta extremista. Dios no quiere que la gente se mate de hambre, se atormente a sí misma, haga votos de celibato o soporte privaciones. Lo que Él quiere es un trato honesto con tu prójimo, la moderación de las pasiones, el respeto al pobre, la viuda, el huérfano, el enfermo y el extranjero, el descanso en Shabat y en general, una vida en la que podamos crecer a nuestro máximo potencial. Es cierto que la Torá pide disciplina moral y religiosa, pero nunca recomienda la disciplina por la disciplina misma. El propósito de la ley no es el promover la obediencia incuestionada a la autoridad. Es más bien el crear un ambiente en donde el hombre pueda perfeccionar su alma y la sociedad donde vive”.

En Levítico 19:18 y 19:34 se expresa por primera vez la Regla de Oro: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El mismo Kant en el siglo XVIII decía que este principio era la base de todo sistema ético y que todo mandamiento, juicio moral o acción deben ser completamente compatibles con él.

Seeskin continúa: “Si Maimónides está correcto, los mandamientos divinos tienen como su objetivo la excelencia humana (Guía 3:27). Ningún mandamiento ordena una forma de conducta que no nos inculque una correcta forma de pensar, que no contribuya a la armonía social y que no nos provea de salud física y mental.”

Hoy en día nuestro mundo esta desgarrado por hombres y mujeres que claman que Dios está de su lado y que, convencidos de lo correcto de sus posturas, cometen actos físicos o sicológicos de destrucción violenta. Estos individuos son impulsados por la seguridad de creer que ellos conocen las verdades sagradas y por lo tanto están moralmente obligados a hacer todo lo que esté en sus manos para imponerlas, sin importar el sufrimiento de los otros. Junto con su inflado sentido de rectitud, certeza moral y pureza ideológica, tienen la tendencia a deshumanizar y hasta demonizar a aquellos que se les oponen. Ellos creen que tienen la verdad absoluta. Pero no es así.

Preparado por Marcos Gojman.
Bibliografía: Keneth Seeskin, “Maimónides, A Guide for Today´s Perplexed”y artículos de Rabi Louis Jacobs y James Green

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