La existencia de calles o barrios judíos se originó, por un lado, en el interés de las comunidades judías de vivir separados para poder cumplir mejor sus leyes y costumbres. Por el otro, la separación fue el resultado de decretos de las autoridades, especialmente las eclesiásticas. El observar los mandamientos, la necesidad de tener un minyan para los rezos, un cementerio, una mikveh, el ayudarse mutuamente, era lo que motivaba que los judíos se agruparan en barrios o calles que en algunos casos llegaron a estar separados por murallas del resto de la ciudad.
Por ejemplo, los judíos de Speyer en 1084, le pidieron al obispo permiso para vivir en un barrio separado y amurallado. En otros casos fue la Iglesia quien les impuso la obligación de vivir separados de los cristianos, buscando aislar y humillar a los judíos.
La palabra “gueto” viene del veneciano gettare que quiere decir escoria, el producto que se deshecha de las fundiciones de metal y de borghetto, diminutivo de borgo, barrio. Los venecianos acuñaron el término en el siglo XVI, al forzar a los judíos de Venecia a vivir todos juntos, rodeados de una muralla, en la parte más miserable de la ciudad, cerca de una fundición de hierro.
El gueto de Venecia no fue el primer gueto judío. En 1179 la Iglesia católica decretó que los cristianos no deberían vivir junto a los judíos. Esto ocasionó que los judíos fueran segregados en la mayoría de los países europeos, al principio en calles llamadas Judengase y después en barrios amurallados con puertas que se cerraban en las noches. En 1555 un decreto del Papa Pablo IV obligó a los judíos de Roma a vivir en un área en la margen izquierda del rio Tíber, que fue inmediatamente amurallada. Otras ciudades italianas siguieron el ejemplo de Roma.
Además de tener que vivir en el gueto, los judíos tenían que portar un distintivo que los identificara, tenían que oír obligatoriamente sermones que buscaban su conversión y estaban restringidos en cuanto a las profesiones en las que podían ocuparse. También en los países musulmanes, los diferentes grupos étnicos o religiosos vivían en sus propios barrios. “Harat al yahud” quiere decir literalmente “barrio judío” en árabe.
El vivir en un gueto, tuvo efectos negativos y positivos en el judaísmo. El judío en el gueto carecía de libertad política, económica, social y cultural. No tenía derechos políticos, su actividad económica estaba restringida igual que el socializar con no judíos y no podía participar de la cultura y la educación del mundo exterior. Por lo mismo, las condiciones de vida en el gueto eran muy difíciles. Pero por el otro lado, no tenían la preocupación de mantener su identidad y la forma de vivir judía. Las murallas no solo no dejaban que lo judío saliera, sino también que nada de afuera entrara. Eran un antídoto al problema de la asimilación.
Preparado por Marcos Gojman.
Bibliografía: History of the Ghetto del Dr. Gerhard Falk, Encyclopedia Judaica y otras fuentes.