1. El lado formal. Los judíos ortodoxos y los conservadores definen el ser judío si se es hijo de madre judía. Los reformistas aceptan como judío a quien sea hijo de una madre o de un padre judío. Las tres aceptan como judío a cualquier persona convertida al judaísmo de acuerdo a las reglas de cada una, aunque los ortodoxos no aceptan las conversiones de las otras dos. En 1950, la Knesset, el parlamento israelí, promulgó la Ley del Retorno, que le da a todo judío el derecho a vivir en Israel y convertirse en ciudadano. En 1970, para efectos de esa misma ley, definió como judío a quien tiene una madre o una abuela materna judía, a quien tiene ascendencia judía, como un padre o un abuelo judío o a quien se convirtió al judaísmo de acuerdo a las reglas de alguna de las tres denominaciones, la ortodoxa, la conservadora o la reformista. El proceso de conversión de estas dos últimas solo es aceptado si se hizo fuera de Israel.
2. El lado de la práctica. La práctica del judaísmo tiene infinidad de facetas que se expresan en el quehacer cotidiano, en hacer algo con contenido judío en un lugar y en un momento dado. Observar los mandamientos y las costumbres religiosas, es lo más obvio. Pero la observancia religiosa no es el único camino en la práctica del judaísmo. El trabajo en instituciones judías es otro camino. El estudio de la filosofía, la historia, la religión y el arte judío es también una faceta de su práctica. El leer, escuchar música, apreciar obras de arte judías también lo es. Hablar en hebreo, en idish o en ladino también lo es. Estar al tanto de las noticias de lo que sucede en Israel y en el mundo judío también lo es. Participar en actividades con contenido judío, como ser parte de un coro, de un conjunto de bailes, de un grupo de estudio, también lo es. Cocinar platillos típicos judíos también lo es. El llevar una conducta ética, de acuerdo a los principios que nos marca la Torá y realizar acciones de Tikun Olam, también es practicar el judaísmo. En fin, la lista es muy larga. Y cada uno puede escoger el tipo y la frecuencia de su práctica judía.
3. El lado sentimental. El sentirse judío es el tercer lado del triángulo de identidad. Se expresa en nuestro sentimiento por todo lo judío. Es la felicidad que nos da el celebrar eventos como un brith mila, una boda, una bat mitzvah, un seder de pesaj en familia, un kabalat shabat en comunidad, etc. Es el dolor que sentimos cuando hay un conflicto bélico en Israel, un incidente terrorista, una condena a Israel en los foros internacionales, una discriminación a lo judío de cualquier tipo. También es ese sentimiento de orgullo que nos dan los logros tecnológicos de Israel, los de científicos y académicos judíos en todo el mundo, la creatividad de escritores, artistas y músicos judíos, la actuación de judíos en todas las esferas del quehacer humano. Y también es el sentimiento de vergüenza cuando algún judío se comporta de manera reprobable. En resumen, es cuando el sentirse judío se convierte en ese camino espiritual que te llena el alma.
El triángulo es la figura geométrica más sólida. Bien integrado es difícil romperlo. Igual sucede con el judaísmo. Ser judío por definición, por acción y por sentimiento es el triángulo de una identidad judía sólida. Si te falta un lado, tu judaísmo no es estable. Tu identidad se pierde.
Por Marcos Gojman, basado en la teoría de la Axiología Formal de Robert S. Hartman.
Tengo algunas dudas. Como me puedo poner en contacto con Marcos Gojman¿¿